miércoles, 11 de marzo de 2009

13. Una vez viajé lejos.



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Una vez viajé lejos.
Una vez viajé lejos.
Esperé un montón en la estación
y ningún tren pasó.
Ningún tren pasó.
Ninguno.

Una vez viaje lejos al sur
muy lejos hacia el sur.
Esperé aquella vez en la estación.
Esperé todo un sol, toda una luna.
Ningún tren apareció.
Ningún maldito tren se apareció.

Una vez yo viajé lejos de mi corazón
yo esperé tranquilo en la estación
y ningún maldito tren apareció.

Así es que me puse a caminar varias estrellas
varias nubes y varias zarzamoras.

Caminé desde aquella estación hasta la siguiente
hasta la subsiguiente, hasta la que viene
y ningún maldito tren apareció.

Yo viajé lejos aquella oportunidad.
Yo viajé lejos hasta donde nadie me esperaba.
Nadie me reconociera.
Nadie me llamara.

Nadie me preguntara:
¿Que haces esperando tantos días tantas noches?

Nadie que me preguntara:
¿Qué haces caminando tantos durmientes, tantas voces?

¿Qué sucede contigo, que no te duelen los pies?
PUES CLARO QUE ME DUELEN, YA NO TENGO SUELAS

Pero no quiero detenerme pues si lo hago me arrepentiré.
Me arrepentiré de haber existido para estar aquí.
Pues yo necesité quedarme en aquella estación y esperar aquel tren.
Aquel tren que nunca apareció.
Aquel tren que me llevó lejos.

Aquellos durmientes tropezando el paso.
Aquellos recuerdos que dominaban el horizonte.
Aquel horizonte que se desangraba durante las tardes.

Yo no decidí nacer.
Yo no decidí viajar en un tren.
En el tren que jamás llegó.
Yo simplemente necesité un poco de soledad para compartirla con...

Con mis amigos que no están.
Con mis recuerdos...

Yo simplemente necesité el sudor, el dolor, el amor, el olor...
El olor a riel oxidado, a piedra, a distancia.

Yo simplemente viajé.

Una vez viajé.
Una vez viajé lejos.
Muy lejos.
Fue muy muy lejos.


DEMASIADO LEJOS...


CRaSTiaN MoReNo.