martes, 30 de noviembre de 2010

33. Una pequeña luz venida del sol

Una pequeña luz venida del sol
enciende el suelo oscuro de huellas de zapatos y botas
y le quita esa suciedad suicida tan pesada como el plomo de las guerras
una pequeña luz que me hace detener los pasos y recordar que aun hay tiempo.

Tiempo de comenzar una vez mas
sin atarantarme, sin atravesarme, sin deslizarme
por el desague como una colilla de cigarrillo flotante en la lluvia de julio
arrojada por los labios desinteresados de una mujer de mascada roja intensa.

Intensa es la jaqueca que llevo
pero me detengo a mirar el reflejo del rayo y de los rayos de mi bicicleta negra
recuerdo aquella fotografía
que te capturaba desde mis manos
los ojos hermosos de otoño con sol


Sol que me trae el recuerdo de ti
hasta el suelo lleno de oscuridad ahora iluminado
insolado y encandilado hasta mis ojos oblicuos y enterrados
en el rostro del hombre de las manos de ladrillo y piernas de hierro

Hierro que me sostiene aun cuando te vas
Hierro que me sostiene cuando me voy
Hierro venido del fondo de aquel suelo
desde el tuétano de aquel suelo oscuro.

Luz de sol a llegado a mis ojos reflejada ahí
en la superficie que detiene mis piernas templadas.
Luz de sol me recuerda algo de mi
algo que había olvidado, hace ya muchos años.



CRaSTiaN MoReNo.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

32. SiGue, SíGueLe SiGuieNDo.


Bebe un sorbo de este licor pútrido
con hielo si quieres
como esas kaipiroskas pero llenos de moscas, muertas también.

Déjalo pasar, lentamente por tu lengua
de carcajada burlesca que se burla junto a otras más
Bébelo y ríe más y más
hasta quebrar el vaso aquel
abatido de mascadas marcadas
pútridas hasta la raíz
pútridas de mi
mi, fa, sol, la...
sí, la vida es una mierda sin si.



CRaSTiaN MoReNo.