Ahora el es dejado en la rivera cansada del mar.
Ahora camina fuera de ella.
Se adentra lejos en el bosque de pinos y zancudos chupa sangre.
Rodea los pantanos y árboles de hierro.
El ha vuelto a mirar a través del ojo, del ojo mágico de tu puerta.
Como un águila hasta ti.
Allá lejos se detiene la pupila
Y te observa lentamente desvistiéndote de tu piel,
de tus manos engrifadas y tus dedos y uñas tan accesibles,
todas enterradas en el pecho de mi inferioridad.
Sacude las almas.
Destrózalas contra cruces de hormigón.
Sacude las almas y miente nuevamente.
Muerde mis ojos,
muéstrame la realidad desde tu colmillo,
atraviésale y empuja tu verdad hasta mí.
Escupe desde tu agujero.
Escupe tus babosas y arañas,
dales hogar bajo mi piedra
Mi cuerpo y mi corazón,
todos juntos bajo tu cruz de hormigón.
Sacude las almas como polvo añejo.
Sacúdelas hasta el viento sur - poniente.
Elévales y observa cuantas veces se vuelven atrás.
Elévales y obsérvales deseosas de retornar
y baja la cabeza para seguir, maldito panteonero.
Calando y calando la tierra fértil de hueso y carne.
Sacude las almas,
destrózalas contra epitafios de mármol,
pesadas mentiras.
Déjalas volverse y obsérvales nuevamente,
mantén esa tierna sonrisa llena de paz.
Ellos no la tendrán jamás.
Ellos no volverán jamás.
Dime las últimas palabras desde tu muela.
Dímelas fuerte y sin retroceder.
Dímelas y retuerce cada acento junto a tu lengua,
torciendo el infinito y la esperanza.
Ellos no regresarán,
no volverán si quiera en imágenes,
no volverán si quiera imaginándome,
no volverán a mostrar nunca más,
no volverán nunca más a mostrar
los dientes, los colmillos, las muelas,
la lengua las manos, los pies,
el tungo y la mollera.
No volverán nunca más a confiar.
Nunca nunca, nunca más.
CRaSTiaN MoReNo