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Las aves acusetes
me delatan desde alto,
sin tener miedo
sigo surcando el predio.
Privado de sonrisa,
privado de proyección,
privado de silencio,
privado todo el sector.
Las aves sobrevuelan
el terreno maloso,
me asechan gritando
me atacan tus labios
de vena cortada,
sobre tus muñecas
de porcelana
y tus ojos,
pintados de carbón.
Las aves acusetes
me persiguen otro rato,
no me esfuerzo
ni resisto a olvidar,
menos tus ojos
desorvitados en tu rostro
enredado en la maleza
de este predio:
Privado de sonrisa,
privado de proyección,
privado de silencio
todo el sector.
CRaSTiaN MoReNo.
Son los muros que pasan por mi lado,
son las puertas abiertas que pasan por mi lado,
son las ventanas que pasan por mi lado,
son las puertas cerradas y los barrotes retorcidos.
Son las líneas horizontales, los relieves,
los ladrillos, las volutas, los cristales,
las puertas talladas, las de medio punto,
los umbrales, los tapacanes, tabiques,
ojos mágicos, manillas y cerraduras.
Los colores, los muros, la marca del nivel,
el dintel, el tizazo, la pisadera,
y los ventanales intimidantes.
Son los ojos detrás de estos.
CRaSTiaN MoReNo.
Camina despacio
sobre la vereda.
Esta vez
puede ser la última.
Huele el viento
verde y violento.
Las balizas
se vuelcan contra ti.
Observa de soslayo
apurando el paso.
Te siguen hace un tiempo,
siempre estuvieron ahí.
Vigilándote y rodeándote,
civiles y uniformados.
Nunca serás victima
bajo su jurisdicción.
Camina despacio
sobre la vereda
sin tropezar
mirando de soslayo.
Tus ojos rojos
delatan la carga,
esta vez
puede ser la última.
Correr no es malo
mientras los pierdas de vista.
Siempre hay un rincón de araña
al que ellos temen y aborrecen.
CRaSTiaN MoReNo.
A punto de ser arrojado
por las últimas avenidas,
a caminar en el desierto:
Se siente muy a gusto.
A punto, los pies se deslizan
como el alcohol por las venas.
Se eriza todo el pelaje
con la ventolera carretera.
Y comienza a desaparecer
de la vista de los inquilinos.
Y comienza a ser afuerino
en cada cruce poblado.
Y pretende olvidarse de los pasajes
de laberinto que le encerraron
y le perdieron la vista y el oído.
Nunca más volverá a entrar,
nunca más volverá atrás.
Porque no es un personaje ficticio
viviendo un cuento imaginario
donde volver es una posibilidad
donde todo se puede borrar.
Porque todo lo que fue, se queda en la médula,
para ser sepultado, junto a su cadáver
A punto de ser arrojado, por las últimas avenidas.
A caminar en el desierto, se siente muy a gusto.
CRaSTiaN MoReNo.