viernes, 6 de enero de 2012

43. Fui un pequeño pasajero


Fui un pequeño pasajero
en aquel anochecer,
como grito desorientado
en tu bosque.
Si.
Tuyo.

De pronto
los árboles repliegan sus raíces
dejan de ser abrigo
y dejan también entrar
la noche gigantesca
que devela el sendero aquel
que aun huele a castañas.

Y comienza a desvelarme el paso
quebrando los días y las noches
con nada mas que una carta decidora.
Pero,
"pero hijo"
dice la abuela:
"una golondrina no hace verano"
y aunque vuelan aun miles de ellas
se me van en la oscuridad desatada
en este anochecer poderoso.

Sigo oliendo castañas
pero cerradas en su capi atómico.
Sigo quebrando la memoria
contra los párpados
que se resisten a despichar
el silencio tibio
sobre el rubor incandescente
instaurado en mis mejillas tuyas,
tuyas cuando vienes en mi tórax
ahora retenedor de un viaje hipotenuso.

Recorro el camino interminable
de los catetos
lejos de nuestro rincón a 90º
causantes de aquella fusión escurridiza
y magistral para mi
como este camino triangulado
adyacente primero
opuesto luego,
muy luego,

MUY LUEGO.



CRaSTiaN MoReNo.